Noemí creció con dos recuerdos que marcaron su vida para siempre. Ambos del mismo día, aquel en que su hermana mayor Ana, volvió a casa para tomarse un respiro de la universidad.
En el primero de ellos, estaban en el jardín, bajo la sombra de un gigantesco roble, Ana le obsequió un libro que la acompañaría hasta su muerte, sin sospechar que ese montón de páginas contenían algo más que una historia. Se convertiría en el primer hilo de una telaraña que tejería con paciencia hasta rastrear todos los “delitos” de su hermana, descubriría su participación en la revolución feminista y antes de darse cuenta se uniría a ella.
El segundo recuerdo, ocurriría en la noche, con la luna y las estrellas como testigos. No sintió cuando su hermana se levantó de la cama y salió de la habitación. Ni la lluvia, ni los rayos ni los toquidos de la puerta la despertaron, fueron los gritos desesperados de su madre. Abrió los ojos de golpe, pero apenas puso un pie fuera de la recámara, su padre la empujó hacia adentro en un intento por protegerla, no sin que antes sus ojos atentos memorizaran la cara de tres hombres, a quienes conocería más a fondo en un futuro.
Uno como su amante, de quien obtendría información para socorrer a otras mujeres antes de que pudieran ser silenciadas, pero lo abandonaría tras la primera agresión. Otro como el hermano mayor de su mejor amigo, un periodista al que le filtraba información para dar a conocer los atroces hechos contra el sexo femenino. Y el último como su carcelario. Los tres tendrían sexo con ella, uno por gusto, los otros por la fuerza. Los tres la golpearían, a ninguno de ellos olvidaría, no por lo que le hicieron a ella, sino porque años atrás, se llevarían a su hermana a rastras sin dar ningún tipo de explicaciones.
Después de esa noche, su madre empezaría a morir de depresión, su padre envejecería de golpe y Noemí crecería con dos recuerdos y un objetivo, encontrar a su hermana.
– Sue FC –