Los monstruos de la noche

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Tercera parte: Cecilia.

Como si no fuera suficiente con las malas noches que pasaba desde aquel fatídico día, Cecilia también tenía que pasar malos días lidiando con el mal humor de una hija adolescente. Se preguntaba en qué momento esa dulce niña se había vuelto tan rebelde y esperaba que sus acciones no fueran imitadas por Olivia en el futuro. Si tan solo se pareciera un poco a Miguel ella solo tendría que preocuparse por las pesadillas que la acechaban cada noche a la hora de dormir. 

Por un tiempo consiguió mantenerlas a raya con ayuda de poderosos fármacos que la tumbaban por horas con la mente en blanco, pero cuando Héctor las descubrió, preocupado por su bienestar se deshizo de ellas. Si tan solo supiera lo mucho que las necesitaba, especialmente cuando él le exigía cumplir con su papel de esposa y entregarse a sus bajas pasiones no habría cometido tremendo error. 

Quizá debió haber sido honesta con él, contarle la razón detrás de sus temores. Quizá él habría sido comprensivo y conociendo su terrible secreto quizá incluso nunca se hubiera atrevido a embarazarla. Quizá se habría quedado soltera por los siglos a los siglos. Quizá si su deseo de ser madre no le hubiera ganado al miedo a revivir una y otra vez el peor día de su existencia todo sería diferente. Cualquiera que pudo haber sido su futuro ya era tarde para arrepentimientos, lo único que le quedaba era mantener su vergüenza oculta bajo la prudencia de una “buena” esposa. 

Cada noche, Cecilia postergaba la hora de irse a la cama cuando Héctor ya había llegado a casa y en caso contrario fingía estar dormida para la dejase en paz. Eso claro si no había logrado hacerse de una que otra pastilla que su comadre le facilitaba como si fuera su “dealer” personal  

Por fortuna para ella, las últimas dos noches, el trabajo había consumido a su marido y hasta tiempo le dio de hacerse de un suministro de píldoras coloridas que la ayudarían para cualquiera de sus propósitos ya fuera soportar a su esposo o dormir largo y tendido. 

Después de conseguir que Olivia (la más pequeña de sus hijas), al fin se quedara dormida, Cecilia fue a la cocina por un vaso de agua que le ayudase a tragarse las pastillas, en esas andaba cuando de pronto un grito la tomó por sorpresa. Maldijo a Alicia por tremenda imprudencia, seguramente había vuelto a llegar borracha. Caminó hasta la recámara de su hija pero al no escuchar ningún ruido y sorprendida nuevamente por el sonido de un auto que parecía estarse estacionando decidió correr a su propia habitación, ya tendría tiempo al día siguiente para sermonear a la niña.

Se zambutió un par de pastillas mientras apretaba los ojos, rogando que surtieran efecto pronto. Al no sentir nada y asustada porque el tiempo se le venía encima, se tomó otras dos pastillas. Fue entonces cuando la mente se le puso neblinosa, sin embargo no funcionó como esperaba. Entreabrió los ojos y estos se quedaron petrificados al notar que un hombre comenzaba a desnudarse frente a ella, no era su esposo, era el otro. El mismo que la atacó cuando apenas tenía 16 años. 

Intentó gritar y pedir ayuda, pero un solo balbuceo se presentó a sus labios. El hombre se acercó a ella, su cara al igual que esa primera vez seguía siendo una mancha borrosa. Trató de golpearlo, de alejarse de él, pero como era de esperarse él era más fuerte, sintió el momento exacto en que la jaló de los tobillos hacia la orilla de la cama. Pudo sentir las heladas manos arrancándole la ropa, el peso encima de ella, aplastando sus entrañas, invadiendo su ser con un asqueroso  intruso. 

“No me toques”, susurraba. “Te odio”, murmuraba. El monstruo solo sonreía, buscaba sus labios con aliento alcohólico, dejando un rastro de saliva por su rostro y cuello. Lo único que le quedó fue rogar al cielo que la pesadilla terminara, cerro los ojos y rezo. Poco a poco se fue sintiendo más lejana, nunca sabría si fue porque la pesadilla había terminado o simplemente eran las pastillas que al fin habían surtido el efecto deseado. Lo último que escuchó fue a Olivia gritar por primera vez en su vida. 

– Sue FC –

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