Segunda parte: Alicia
Miguel el perfecto, Miguel el sabelotodo, Miguel esto, Miguel aquello, Ali ¿por qué no eres como Miguel? ¡Estoy harta de Miguel! – gritó Alicia a su madre.
Antes de que ella pudiera reprenderla por la rabieta, la niña tomó su mochila y salió de casa dando un portazo, dejando los huevos con jamón encima de la mesa sin haber probado un bocado.
Mientras caminaba rumbo a la parada de autobús, Alicia pensaba en lo mucho que odiaba que la compararan con su hermano mayor, y aunque siendo niños lo admiraba y deseaba ser como él, cuando cumplió trece años se dio cuenta de lo soso que era. Si bien siempre fue el favorito de los profesores, en la escala social del colegio estaba por debajo de todos. Ella en cambio compensaba sus malas notas con amigos, era una niña popular, siempre rodeada de personas que sabían cómo divertirse y con qué aumentar y prolongar dicha diversión. Sus padres podían decir que eran una mala influencia, ellos no sabían nada, eran igual de aburridos que su perfecto hermano Miguel.
A la mitad del camino, recibió un mensaje de WhatsApp sus amigos estaban planeando saltarse las clase e irse a casa de Pepe, sus padres estaban de viaje y él había conseguido sacarle una copia a la llave del despacho donde su padre ocultaba las botellas de whisky. Alicia suspiró pensativa, recordó la primera vez que probó el alcohol y encontró en esa mágica bebida el amor que le faltaba en casa, todo era más bonito. Los sermones de sus padres eran hasta divertidos, todos sus problemas se disolvían cómo hielos bajo el sol.
Un par de meses después de haber empezado a beber, Alicia hizo un nuevo amigo, uno que la visitaba por las noches, para él no era Alicia la irresponsable o la borracha, era simplemente Alicia, una chica guapa y divertida. Se reían en silencio para no despertar al resto de los habitantes de la casa. O al menos así sería hasta esta anoche.
El sonido de su celular reclamó su atención, eran sus amigos preguntando si asistiría, tras pensarlo dos veces aceptó. La recibieron con unos shots de lo que ella creyó era tequila, seguidos de otros coloridos, posiblemente vodka mezclado con jugo. Conforme el día avanzaba, la diversión iba en aumento, Ali se sentía feliz de estar rodeada de personas que la apreciaban por quién era, uno de sus amigos incluso le regalo unas pastillas divertidas que la hicieron conocer un nuevo grado de felicidad.
No supo cómo es que llegó a su casa, pero estaba tan contenta que ni siquiera le importaba, su madre seguramente estaba ocupada con Olivia y no se percataría de la hora que era. Al entrar en habitación se topó con su querido amigo que cada noche la visitaba para hacerla sentir aún mejor. Sentándose a su lado comenzó a contarle sobre la fiesta en casa de Pepe, por algún motivo que no alcanzaba a comprender quería reírse a carcajadas. Sin embargo, estaba lo suficientemente consciente como para saber que si lo hacía su madre vendría a regañarla, lo único que sabía hacer.
Fueron dos parpadeos los que pasaron antes de que la pesadilla comenzara. Miró a su amigo a los ojos unos ojos normales, de un café común como el que se tomaba su padre cada mañana, de pronto se pusieron negros. Sus manos se convirtieron en otra cosa, algo que no podía ser de este mundo, eran largos y viscosos como tentáculos pero también afilados como cuchillos. Su dentadura de adolescente se transformó en colmillos similares a los de una tarántula, gruesos y peludos.
Ali estaba impactada, creyó que se trataba de la cúspide de su borrachera, inconscientemente frotó sus ojos solo para darse cuenta que no era una pesadilla, era algo real, era un maldito monstruo proveniente de la tierra de las pesadillas. Intentó salir corriendo pero se tropezó con sus propios pies, se sintió mareada. Trató de levantarse pero también le resultó imposible, su antiguo amigo la arrastró con brutalidad hasta la cama donde se le dejó ir encima, desgarró su camiseta, consiguiendo así que Alicia soltará un grito aterrador.
Un segundo grito fue ahogado por los tentáculos del monstruo, dejando un rastro de baba por su cuello. Ali se giró con brusquedad mientras soltaba patadas al masa fantasmal que la aprisionaba. Una voz dentro de sí le suplicaba que gritara otra vez, que luchara por acabar con ese falso amigo cuya única intención había sido ganarse su confianza con bellas palabras, elevando su autoestima por los cielos para después volverlo todo en su contra. Miro a la puerta y se percató de una sombra en el piso, había alguien afuera de su habitación, si era o no su madre no lo supo, quizá estaba imaginándolo todo, en su cabeza pudo escuchar la frase que tanto la había atormentado: ¿Por qué no puedes ser como Miguel?
En algún punto el monstruo se desvaneció, Ali no supo cuando, a que hora o por qué. Únicamente sabía que la había dejado en paz, con la penumbra como única compañía. Su cuerpo estaba agotado, lo sentía viscoso y podía percibir un pésimo olor como de comida en descomposición. Su brazo inconscientemente, acostumbrado a una rutina nocturna se estiro en dirección al montón de ropa sucia apilada junto a la cama, sus dedos sintieron el vidrio de la botella que se escondía entre calcetines y pantalones. La atrajo hacia ella, acunándola entre sus brazos como en algún punto (quiso pensar) su madre lo hizo con ella.
– Sue FC –