El día de su nacimiento, era tan pequeño que necesitabas de un microscopio para verlo, tan débil que hasta una hormiga con bastón podría aporrearlo y tan feo que jamás sería aceptado. No era su culpa, sino la de sus padres que sucumbieron ante las flechas de cupido y fueron castigados por los dioses con tremenda aberración. Creció triste y solitario. Había oído rumores sobre personas que atrapaban a seres similares a él, les ponían candados, esposas y grilletes para después usarlos como diversión para entretener a los escépticos y curiosos.
Con la firme decisión de elegir al menos su propio destino, se internó en el bosque, manteniéndose siempre oculto, más el hambre resultó ser un terrible enemigo y fue una noche cuando descubrió el poder de su apariencia. Unos jóvenes que acampaban en medio del bosque fueron sus primeras víctimas, sus gritos de terror le dieron la fuerza suficiente para engullirlos por completo. Hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, ninguno de ellos poseyó mejor suerte que los otros. Con sus afiladas garras y filosos dientes, destrozaba huesos como si fueran bolas de nieve. Nada quedaba de aquel alfeñique de su pasado. Sin más remedio, la gente huyó despavorida, prohibiendo a las futuras generaciones acercase al bosque donde aquel monstruo habitaba.
Debieron pasar siglos para que su historia quedará enterrada en el pasado, ya nadie recordaba a ese ente fantasmagórico y sus terribles atrocidades contra la humanidad, ni siquiera el pequeño Tim, hijo menor del ministro de la iglesia, quien encontraba fascinante el bosque prohibido. Cuando nadie lo miraba se escabullía de la misa del domingo para jugar con barcos de papel en el riachuelo en medio de los árboles, mirar a las aves o explorar alguna cueva para convertirlo en su escondite secreto. Pobre Tim, quizá si su padre le hubiera puesto la misma atención que a sus feligreses o al menos le hubiera enseñado a no hablar con extraños, su vida pudo ser diferente.
Estaba viejo y débil, era cierto, pero por desgracia también era más sabio. Se acercó con sigilo hasta el niño, evitando que el crujir de las ramas delataran su presencia, a diferencia de sus víctimas anteriores que eran borradas sin dejar huella alguna, Tim no fue devorado, su destino fue mucho peor, el monstruo de las sombras se convirtió en su huésped, entrelazando su existir con el de la inocente criatura, alimentándose poco a poco de su energía vital, de sus sueños y esperanzas, dejando en su lugar pesadillas y miedo.
– Sue FC –
