La última princesa

Like
Like Love Haha Wow Sad Angry
2

Hace muchos, muchos, muuuuchos años, las princesas eran seres libres para cantar al compás de las aves, brincar por los verdes pastizales en compañía de ciervos y conejos, echar chisme con las hadas que sabían los mejores secretos del reino u hornear tartas mágicas con polvos de estrella. Pero eso fue antes de que ellos llegarán a arruinarlo todo.

Una a una las princesas comenzaron a ser raptadas, algunas jamás volvieron de sus paseos, otras simplemente desaparecieron como gotas de lluvia bajo el sol. Todas excepto Victoria, que gracias a su corta edad había pasado desapercibida. Sin embargo el tiempo es un enemigo que no perdona a nadie y los años comenzaron a surtir efecto en su joven cuerpo de doncella, ensanchando sus caderas y apareciendo voluptuosidades que antes no estaba ahí. 

Aterrados por las miradas delatoras de los súbditos del reino, los padres de Victoria no tuvieron más remedio que enviarla a las lejanías, a la torre más alta del viejo castillo abandonado, cuyo único habitante era Ragón, y a quien le encomendaron el bienestar de la dulce princesita.

En ese tiempo Ragón, era un fuerte y poderoso dragón, temido por sus enemigos y visto como el salvador de sus amigos y aliados, protector de las princesas, especialmente de su libertad más que de su virtud. Y para cuando los reyes acudieron a suplicarle ayuda, tras echarle un rápido vistazo a Victoria, le resultó imposible negarse a prestar su ayuda. 

Un beso fugaz de despedida, un abrazo indiferente para no extrañarse y los reyes dejaron a su pequeña sin mirar atrás por temor a cambiar de opinión. Se reafirmaron mutuamente que era lo correcto, que era la única solución para mantenerla a salvo de ellos.

Al principio Victoria estaba aterrada del imponente dragón, quien además de tener pinta de gruñón, tampoco se mostró muy solícito con la joven princesa. Le explicó las reglas del castillo, le advirtió de los peligros de asomarse durante del día y la dejó sola para qué comenzara a acostumbrase a si misma como única compañía. Un par de días después cuando Victoria se hubiese acostumbrado a que las paredes temblaran por los paseos de su compañero de casa, y él a su vez se acostumbrase a los tarareos que evolucionaron a conciertos privados, la tensión se esfumó.

Poco a poco la amistad entre ambos fue creciendo como la misma enredadera que rodeaba la torre de Victoria, fuerte y frondosa. Y para cuando la princesa cumplió 20 años eran más inseparables que el café y el pan que almorzaba por las mañanas. Fue entonces cuando por un trágico accidente de un deseo de cumpleaños nos pedido, el primero de ellos la encontró. 

Ragón pudo oler la colonia a kilómetros, escuchar los cascos del animal que el monstruo traía consigo como medio de transporte. Los ojos de la princesa se cruzaron con los de su amigo y guardián, y supo en ese instante que si las historias con las que creció eran ciertas, posiblemente no volverían a verse, lo abrazó (o al menos abrazó su enorme pata) con muchas más efusividad de la que recibió por parte de sus padres hacía ya tanto tiempo. 

– Te quiero de vuelta Ragón – susurró

Él no se atrevió a responder por temor a echarse para atrás en el último minuto, algo que sin duda le costaría a Victoria más que su libertad. Levantó vuelo y se dirigió al encuentro con el maldito intruso que se avecinaba a todo galope.   

Se vieron casi al mismo tiempo, Ragón era imposible que pasara desapercibido, pero él a su vez tenía una vista asombrosa para su edad y no le costó encontrar a su oponente, lanzó potentes llamaradas, el otro brinco de su caballo al tiempo que enviaba una enorme lanza, desenvainó la espada y el combate duró y duró. 

Victoria por su parte suplicaba a cada estrella del cielo que su buen amigo Ragón saliese vencedor, no podía imaginar su vida de otro modo. Debía concentrarse en alejar los pensamientos de las princesas que alguna vez conoció y el cruel destino que debieron enfrentar a manos de esos seres monstruosos de apariencia engañosa, cuya misión en la vida era secuestrarlas para después torturarlas por el resto de sus vidas con el peor de los castigos conocidos por la humanidad: el matrimonio.

La joven princesa prefería mil veces quedarse para siempre en la torre con Ragón donde podía ser ella misma, eructar si quería, brincar en la cama, embarrarse de chocolate sin ser mal vista, bañarse un día a la semana, cenar malvaviscos quemados todas las noches o reír a carcajadas con las ocurrencias de su amigo, quien además se había convertido en su mas ferviente admirador a la hora de cantar.

Tres noches pasaron, pero finalmente escuchó el aleteo que no podría ser otro que su dragón, se desplomó en el ala oeste, a la cual Victoria acudió a toda prisa. La princesa se remangó el vestido y se dispuso a curar las heridas de Ragón lo mejor que pudo, tuvo que pedir ayuda a algunos animales del bosque para que consiguieran plantas medicinales. Ragón soportó como el valiente que era la limpieza y aplicación de ungüentos, para después transportarse al mundo de los sueños donde esperaba recuperarse. Victoria pasó noches en vela, suplicando una y otra vez que los malditos “príncipes azules” no hubieran escuchado el rumor sobre ella y vinieran a probar suerte. Pero también supo que no podía esperar que la suerte se pusiera de su lado o depender de la recuperación de Ragón. Fue entonces cuando lo supo, si uno de ellos volvía está vez ella defendería la torre.

– Sue FC –

Like
Like Love Haha Wow Sad Angry
2